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MARZO 2022 · ESP

La socióloga Sandra Busturia y las arquitectas, Paula González Azcárate y Diana González Díaz, forman la cooperativa Latitud 40 en Madrid. Arquitectura ecológica, diseño de espacio público, participación ciudadana, gestión y planificación del territorio son los ámbitos que abordan.

En Ciudades pospandemia, Latitud 40 comparte su reflexión sobre las transformaciones, usos y demandas que las viviendas enfrentan desde los confinamientos domiciliarios por la COVID 19 en España que tuvieron lugar en marzo de 2020.

Ciudades pospandemia #22

Audio: Latitud 40 [Sandra Busturia, Paula González Azcárate y Diana González Díaz].
Realización sonora: Genzo P.
Comisariado: Kristine Guzmán y Eneas Bernal.
Imagen: Vivienda pospandemia, 2022. Cortesía de las autoras.

Conecta con el trabajo de Latitud 40 en a través de latitud40 o en Instagram.

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Transcripción del audio

Adaptabilidad en la vivienda tras el confinamiento

Latitud 40 [Paula González Azcárate, Diana González Díaz y Sandra Busturia]

[Sandra]

—Somos Latitud 40, una cooperativa de arquitectura que desarrolla, entre otros, proyectos de construcción, tanto de reforma como obra nueva, con el foco en el bajo consumo energético. Siempre hemos estado ligadas a procesos de reflexión y aprendizaje y por eso el equipo que formamos es multidisciplinar: somos dos arquitectas y una socióloga.

En esta línea, nos pareció muy interesante el poder participar en este proyecto del MUSAC y estamos muy agradecidas a Eneas y a Kristine por invitarnos a presentar nuestra visión de las ciudades pospandémicas. Vamos a presentarnos:

[Diana]

—Yo soy, Diana González Díaz. Arquitecta y Máster en Medio Ambiente y Arquitectura Bioclimática por la Universidad Politécnica de Madrid, me especialicé en edificios de consumo casi nulo y, sobre todo, en el estándar Passivhaus, haciendo casas pasivas enfocadas al ahorro energético mediante el aprovechamiento de los recursos naturales como el sol o el viento.

[Paula]

Mi nombre es Paula González Azcárate. Arquitecta y especializada en urbanismo y en dinamización de procesos de participación ciudadana para el diseño urbano. Y también tengo experiencia en diseño de casas pasivas. 

[Sandra]

—Yo soy Sandra Busturia González, la tercera pata de Latitud 40. Soy socióloga especializada en sociología urbana con un Master en Diseño Urbano por la Universidad de Oxford Brookes.

[Paula]

Cuando nos planteamos qué impacto ha tenido en las viviendas la pandemialo hacemos convencidas de que la arquitectura, desde el diseño de una escalera al diseño de un edificio o de la ciudad, afecta en el día a día de la ciudadanía. La arquitectura y la sociología se alimentan continuamente.

[Sandra]  

Efectivamente, la arquitectura genera emociones y hábitos en la sociedad y la sociedad, también demanda nuevos espacios cuando éstos ya no responden a sus necesidades.

[Paula]

—Hace justo dos años llegaron la COVID y el confinamiento y supusieron un shock: la mayoría vivimos ese momento dentro de nuestros hogares. En aquel momento, la vivienda fue una obligación pero bueno muchas personas quedaron excluidas.

—En este rato, debatiremos cómo la pandemia ha afectado al uso de la vivienda y cómo la privacidad dentro de nuestros hogares está adquiriendo en la actualidad nuevos significados. Es impresionante cómo las ciudades y viviendas han ido evolucionando a golpe de epidemia.

La transformación de las ciudades y las viviendas por las epidemias

 [Diana]

—Sí, eso ya se mencionó en podcasts anteriores: en el Siglo XIX, algunas de las grandes metrópolis como Londres y París, vieron su estructura urbana cambiar para evitar la proliferación de enfermedades infecciosas como el cólera. Arropadas por teorías científicas como la miasmática, se diseñaron entonces redes de alcantarillado, adoquinado de calzadas, apertura de avenidas para que entrara el sol y el viento a higienizar las ciudades. Este vínculo entre arquitectura y salud cobró mayor importancia con el modernismo, donde se empezó a demonizar la arquitectura anterior por su falta de salubridad.

—Algunos de los grandes arquitectos del modernismo, como Le Corbusier (quien por cierto también estuvo confinado en su juventud) o Alvaar Aalto, eran firmes defensores de la luz, el aire y la higiene. Eran la base de la estética de su arquitectura: se empezaron a valorar los balcones, los grandes ventanales o las cubiertas planas que podían usarse como terrazas para tomar el aire y el sol. Espacios que entonces eran los recetados para los enfermos de tuberculosis en los sanatorios de los Alpes. Se trata de elementos que apuntaban una mirada sanitaria de la arquitectura.

[Sandra]  

—Anda, Diana, ¿y esto está presente en la vivienda de nuestros días, de ahora?

[Diana]

—Pues sí. Mira, fue posible gracias a los avances tecnológicos y la industrialización de aquella época:

  • Pero piensa ahora en los azulejos de tu baño o cocina, que permiten una mejor higiene de estos espacios húmedos y que evitaron en su día que el miasma pusiera enfermos a sus ocupantes.
  • las mosquiteras que quizás tengas en tu ventana, que evitaron miles de muertes por Malaria.
  • El hormigón utilizado en la cimentación de tu edificio y no permite a las ratas entrar y anidar, dejando la rabia fuera de nuestros edificios.

Tal y como dijo el decano de la escuela de arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de Dinamarca, Jakob Brandtberg Knudsen: «en los últimos 150 años, la expectativa de vida ha aumentado de alrededor de 45 a 80 años y es justo afirmar que la mitad de eso se debe a la arquitectura y la ingeniería y la otra mitad, a la comunidad médica», es decir, la arquitectura y la salud caminan juntas.

[Sandra]  

 —Las arquitectas barriendo para casa.

[Latitud 40] —jajaja.

[Diana]

Sí, pero desde nuestro punto de vista, lo que toca ahora, y en lo que estamos inmersas desde el estudio, es en plantear una arquitectura que cuida no solo el bienestar físico sino también el mental. En este sentido, además de diseñar edificios que cuidan el medioambiente y dar respuesta a las necesidades específicas de nuestros clientes, cuidamos la totalidad del proceso para que sea más amable: las fases de diseño y de la obra pueden ser muy exigentes a nivel emocional, con una inversión de tiempo y dinero muy grande. Con los años de experiencia, nos hemos dado cuenta de que no solo son procesos constructivos muy técnicos, sino que sobre todo son procesos humanos.

 [Sandra]  

—Claro, la arquitectura moderna rompió con todos los estándares arquitectónicos anteriores, obsoletos, pero defendía un urbanismo muy funcionalista. Que pensaba la ciudad, como una máquina: cada parte debía cumplir con una función muy específica. Y con espacios muy segregados por funciones. El urbanismo actual ha evolucionado y añade ese proceso humano -que comentabas Diana- con una ciudad más del cuidado, más verde que generan ciudades más humanas e inclusivas.

[Paula]

 — ¿Y en qué urbanismo estábamos cuando llegó la COVID, Sandra?

Escenario urbano en el que llegó la pandemia

[Sandra]  

—Pues unas décadas antes las ciudades ya venían transformándose hacia la globalización, dentro de un contexto neoliberal, de espaldas a la calle, que se ha ido modelando desde el diseño urbano. Las casas se habían convertido en una especie de santuario, de refugio, frente a un espacio público cada vez más inhóspito, ruidoso, estresante y competitivo.

—Y, encima, en este contexto llega la pandemia. El espacio público no solo era estresante, sino que además suponía un espacio que generaba miedo porque se suponía un riesgo de contagio. Aquí, la vivienda toma una relevancia extraordinaria. Ya puedes hacer prácticamente tu vida sin salir de casa. El famoso felpudo, de IKEA, de “Bienvenido a la república independiente de tu casa”, se volvió aún más literal.

—Este fomento del individualismo ya se venía forjando con los famosos PAU, es decir, con los Planes de Actuaciones Urbanísticas donde se construyeron miles de urbanizaciones y chalés durante el ‘boom’ inmobiliario, Jorge Dioni recoge en el ensayo La España de las piscinas. Y esos espacios son islas verdes relativas a las

zonas comunes e islas azules relativas a las piscinas que están situadas en las afueras de las ciudades donde residen jóvenes familias con niños pequeños. Y que es un mundo el fondo hecho de: hipotecas, alarmas, colegios concertados, varios coches por familia, centros comerciales, consumo online, es decir, un modelo de ciudad que favorece el individualismo y la desconexión social de lo que es la propia ciudad. Y este modelo se volvió aún más deseable con la COVID debido al confinamiento domiciliario.

[Diana]

—Sí. En realidad, ese confinamiento fue la solución “más fácil y rápida” ya que el aire contaminado no se puede evacuar de la misma manera que el agua sucia.

[Sandra]

—Claro. De hecho, creemos que el sujeto de cambio en España con la pandemia de COVID fue precisamente la vivienda: pasamos de unas viviendas para dormir a viviendas para vivir y trabajar.

—Antes, en las grandes ciudades como Madrid era muy habitual hacer vida fuera de casa, de 9 de la mañana a 9 de la noche. Pero, esta pandemia convirtió nuestras casas en nuestro hábitat más seguro y confortable. Y se hizo un uso intensivo de las mismas, claro: nos vimos obligadas a adaptar nuestro hogar a espacios de oficina, de colegio, guardería, enfermería, sala de ocio y deporte.

—Y esto además ha venido acompañado del uso exponencial de los ordenadores y de los móviles para no estar tan aislados. De alguna manera, se metió este ojo de gran hermano que todo lo ve, en la privacidad de cada uno, suponiendo pues una modificación de los límites entre lo público y lo privado, desapareciendo la esfera clásica del dentro-fuera. Hay un cambio en el concepto de privacidad. De alguna manera, esa webcam, hace que la esfera pública se traslade a nuestro salón mientras trabajamos. A nuestro dormitorio, mientras hacemos yoga, e incluso al cuarto de baño cuando bañamos a los niños, y llamamos en remoto a los abuelos para generar vínculo.

—Entonces, claro. Ante estas situaciones, yo me imagino la necesidad de una vivienda que no transmita ningún tipo información acerca de mí. O bien, que transmita la que yo quiero. De alguna manera, una vivienda con una zona específica, con habitación con cámaras encendidas 24h y que suponga la esfera pública de mi vida, aquella que  quiero enseñar. Y cuando salgo de esa habitación entro en mi espacio privado donde no tengo que preocuparme por cómo voy vestido o si hago ruidos. Si mi casa es de una persona con más o menos nivel adquisitivo. En este sentido, Diana, ¿habéis detectado peticiones en este sentido en vuestro trabajo de nuevas arquitecturas o reformas como arquitectas?

La vivienda en ciudades y sociedad pospandemia

[Diana]

—Sí, sí que vemos un cambio en las necesidades de los clientes y, por ejemplo, en las solicitudes de reforma que nos llegan. Por ejemplo, la demanda de un despacho cerrado es bastante generalizada.Recuerda un poco a esos grandes pisos donde se ejercían profesiones renombradas y los médicos o abogados pasaban consulta en su

propia vivienda. A día de hoy, en realidad, la mayoría de casas son mucho más pequeñas, no tenemos tanta superficie disponible. Por lo tanto, nos toca incorporar la versatilidad. Y que ese despacho sea a la vez mesa de reuniones, un dormitorio o un gimnasio.

[Paula]

—Esta versatilidad se da también para el fomento de la conciliación familiar y la corresponsabilidad en los cuidados. Desde Latitud 40 intentamos incorporar premisas de diseño con enfoque de género. De hecho en la Comunidad Valenciana o Euskadi tienen ya normativas que van en este sentido. Éstas apuntan por ejemplo a

que todos los dormitorios tengan el mismo tamaño para no caer en jerarquías y dar cabida a diferentes modelos de convivencia; a integrar la cocina en el salón (que es algo muy demandando hoy en día) para que se pueda usar de forma simultánea por más de una persona. O a plantear inodoros independientes y así favorecer un uso del baño más flexible. Además, solemos analizar aspectos que no suelen aparecer en las fotos espectaculares de revista pero que condicionan el vivir cotidiano de las familias, como el recorrido de la basura o de la colada en el interior de la vivienda, o dar suficiente almacenaje a la casa.

[Diana]

—Otra de las peticiones que se repite es que la vivienda pueda acoger el ocio que antes se hacía fuera. Cada vez más familias nos piden el cine en casa, con una estructura para colgar el proyector y espacio para la pantalla. Nos han llegado incluso a pedir una mesa de billar, es decir, las viviendas están adoptando el papel de los equipamientos y parece que ese hábito ha venido para quedarse.  

—También, y haciendo memoria, alguna petición que se repite mucho es aumentar el aislamiento frente al ruido. En el confinamiento, con la calle en silencio, los problemas con vecinos ruidosos se hicieron más evidentes.

—Ahora mismo el Código Técnico de la Edificación es muy permisivo y tendría que haber una mejora normativa en el uso residencial.

Otra necesidad que nos piden mucho es la mejora del aislamiento térmico. Al pasar más tiempo en sus casas y estar mal aisladas, por la mala vida edificatoria, de la mayoría de las viviendas, el coste de calefacción es mayor que antes. Nosotras, como estudio de arquitectura, ya estábamos posicionadas en hacer una arquitectura eficiente y nuestros clientes tenían ya un perfil concienciado con el ahorro energético y el cuidado del medioambiente. Pero sí está habiendo un boom de peticiones, y seguramente, relacionado con el interés por el ahorro económico.

[Paula]

1.Zona de vestíbulo 2. Aire sano en casa 3.Uso de materiales saludables 4. Certificaciones orientadas a valorar el bienestar. 5. Espacios al aire libre como terrazas y balcones

—Otro de los espacios que ha cambiado su uso es la zona del vestíbulo. Hemos percibido cómo este espacio de la vivienda ha tomado un nuevo carácter. Por ser antes la zona de tránsito, ahora se ha transformado en la zona de desinfección en los peores momentos, de ubicación de gel y mascarillas, de quitarse los zapatos. Y bueno se demanda un zapatero para este espacio que antes no existía. Y, por otro lado, al haber un aumento de compras por internet y la llegada de mensajería este espacio se ha convertido en un lugar semipúblico en la casa, que demanda una barrera visual con la vivienda.

[Sandra]

—O sea, que el hall primero se quitó. Y ahora lo hemos vuelto a recuperar para meter todos los paquetes de Amazon.

[Paula]

—Pues, un poco así.

—Otro de los temas que se ha puesto sobre la mesa, es la ventilación de la vivienda. Históricamente hecha gracias a abrir las ventanas. Afortunadamente la tecnología ha propiciado que aparezcan estas máquinas de ventilación controlada que permiten tener una vivienda continuamente ventilada y con un aire limpio pero a una temperatura de confort.

—Más allá de estas máquinas también hay una conciencia cada vez mayor del uso de materiales saludables y naturales en la construcción, pasando de materiales como el hormigón o derivados del petróleo, como pinturas plásticas, a materiales que no emiten componentes orgánicos volátiles y que son perjudiciales para la salud. Muchos clientes nos inciden en este aspecto.

[Diana]

—Y también lo estamos viendo, de hecho, en algunos productos comerciales que están modificando o mejorando sus técnicas para dar respuesta a esas necesidades de los particulares.

[Paula]

—Otro de los cambios que hemos notado es el auge de las certificaciones orientadas a valorar el bienestar. Hasta el momento teníamos sellos de garantía en arquitectura como LEED, BREEAM, o PASSIVHAUS. Después de la pandemia hemos visto crecer algunas certificaciones como el sello WELL, que está centrado en cuantificar el bienestar de sus ocupantes, gracias al uso de materiales naturales, el fomento de la luz o el aire limpio en el edificio.

—Y bueno, indudablemente, desde la experiencia del confinamiento, la cotización de espacios al aire libre como terrazas y balcones se ha extendido. Creemos que el hecho de que estas superficies abiertas sumen en la edificabilidad no ayuda. Porque en un marco en el que las viviendas tienen unas superficies muy ajustadas, dar a elegir: entre tener más metros de salón o tener un dormitorio más, frente a tener una terraza, es una decisión complicada.

[Diana]

—De hecho, los ganadores del último premio Pritzker, que es el Nobel de la arquitectura, el estudio de arquitectura francés llamado Lacaton y Vassal lleva años haciendo vivienda colectiva con dos espacios exteriores denominados: jardín de invierno (abierto en verano y cerrado en invierno) y un balconcito.Para ellos, “el lujo principal es el espacio. Y, en cierto punto, fueron unos visionarios.

—En relación a nuestra labor profesional y a las reformas que hacemos de las casas, mencionar que la calidad del parque edificatorio existente en España es muy mejorable. El 75% se construyó antes de que hubiera una normativa de eficiencia energética. Además, existen más de 25 millones de viviendas y, según datos oficiales, ahora mismo se construyen unas 100.000 viviendas nuevas al año, más o menos. Esta proporción indica claramente que la mayoría de viviendas donde viviremos en el futuro seguirán siendo en realidad las que ya existen: el futuro está en la reforma y en la rehabilitación.

—Esta corriente se refleja en el boom de las reformas que hemos notado. Creemos que tiene que ver con que, al pasar más tiempo en casa con el confinamiento, se hicieron más evidentes las necesidades y los malestares que nos genera nuestra casa.

—Aunque esta intención de reformar se ha visto frenada por el aumento de los precios de materiales y de los tiempos de suministro: si hace unos años, un contratista o suministrador nos daba un tiempo de validez de tres meses para un presupuesto. Ahora, se nos reduce ese plazo a dos semanas por la volatilidad de los precios de los materiales.

[Sandra]

—Concluyendo, cuando tuvimos la primera reunión con Eneas, nos preguntó si éramos “positivas” con respecto al futuro de las ciudades y en particular de las viviendas. Desde Latitud 40, pues hemos tenido muchas discusiones al respecto, pero creemos que la respuesta es que sí, que el cambio social es cíclico, con un hacia delante y hacia detrás,  y la arquitectura siempre lo ha ido representando en sus diversas manifestaciones. Pero siempre, con la intención y la búsqueda de mejorar los problemas de los habitantes tanto de las viviendas como de las ciudades.

—La pandemia ha sacado a la superficie la desigualdad en el espacio doméstico y en la ciudad en general, pero creemos que otro mundo es posible. Es un momento histórico, no para hacer arquitectura reactiva a una situación, sino proactiva, y entendiendo esa arquitectura como algo holístico.

—Más allá de la pandemia, reivindicamos otra manera de diseñar y construir o reformar viviendas. Desde Latitud 40 apostamos por procesos participativos y conciliadores. La obra, en nuestra España del ladrillo, ha sido siempre un espacio masculino, basado en jerarquías, en trabajo bajo estrés, presiones, poco colaborativo. Y, en el fondo, muy poco atractivo para los clientes.

—Nosotras apostamos por trabajar de otra forma, creando espacios de entendimiento, reuniones horizontales con todos los agentes para prevenir problemas y adelantarnos. Tratamos de habilitar espacios en la obra para estos encuentros y somos lo más transparentes posible.

[Paula]

—Sí, no nos parece adecuado que se perpetúe la idea de que hacerte tu casa “es de valientes”

[Diana]

—Estamos viviendo momentos muy complejos y de gran incertidumbre y, creemos que, para dar respuesta y repensar la arquitectura residencial, no puede hacerse únicamente a despacho cerrado diseñando el espacio físico, como si sólo se tratara de construir un Lego, ya que se trata de un trabajo ligado a lo social, a lo humano. Por ello, requiere la implicación de equipos multidisciplinares y mixtos que den respuestas más integrales, que ese equipo esté completado por profesiones más variadas: psicología, sociología, educación. Y además equipos paritarios, por supuesto. Es vital que las personas y la comunidad estén en el centro del proceso.

—Gracias a todos y todas.

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